Mudanza en tiempo de COVID 19

La
última vez que estuve en esta casa fue para visitar a mis padres. Corría el año 1985 …

Jardín con la piletita

El frente y la entrada están intactos, también la peligrosa escalera que desciende al garaje y que tanto preocupaba a papá por temor a mamá, tan corta de vista  como era. El jardín con los helechos, las hermosas calas, los geranios … me pareció diferente sin el pino, sin Ringo (el perro de papá) y sin la escalera que llevaba a la terraza que ya no existe porque en su lugar se construyeron nuevas habitaciones. Por el resto, todo igual.

Nietita con Ringo

 

 

Di una vuelta y me pareció ver distentido al abuelo en la pequeña pileta, con la panza al aire y rodeado de sus primeros nietos: les estaba contando de Pegaso, el caballo alado más famoso de la mitología griega. El abuelo sabía traducir la milenaria sabiduría ateniense en entusiasmantes cuentos para niños. Eran los ancestros de los súper héroes de hoy. Y los nietitos seguían encantados el cuento del abuelo, aunque cada tanto lo corregían: “No, era blanco el caballo, abu …”. “Nos habías dicho que volaba hasta 1.000 metros … ¡hasta el Olimpo!”. “Y que se movía entre los dioses porque era el caballo del súper, súper héroe … ¿cómo se llamaba, abu?”. El abuelo respondía con paciencia que se trataba nada más ni nada menos que del mismo Zeus, patrón del Olimpo.

Pero la imagen se disolvió de golpe cuando Jorge me mostró el nuevo asador. En realidad no estoy seguro si estaba ya en la casa paterna; tampoco Jorge podía sacarme de la duda pues él vive aquí desde hace pocos meses.

Me impresionó subir al primer piso, hasta la pieza que era de mis padres. Me quedé largo rato en la habitación buscando, en el recuerdo, un pedacito de mis viejos. ¡Es impresionante la capacidad de una casa para mantener intactos los aromas y las vivencias! No me costó mucho imaginarlos a mi lado.

¿Pero qué hago yo aquí en la casa que era de mis padres, se preguntarán? Tal vez piensen que vine a visitar a los nuevos inquilinos que, casualmente conozco.

¡No, recuerden que estamos en tiempo de pandemia! Si para llegar aquí hubo que hacer un despliegue “de emergencia” para no correr riesgos, como lo hace todo el mundo. Salimos de la vivienda, donde pasé la primera etapa de la cuarentena, en el auto de mi hermano médico con permiso regular para movilizarse. Yo simplemente me mudaba y necesitaba hacerlo con la mayor seguridad. Y la seguridad llegó puntual a las 18,30: un vehículo de la policía que gentilmente nos acompañó, “escoltados y embarbijados”, gel en  mano, hacia mi nueva casa.

El centro de la ciudad estaba en penumbras y semi desierto.
La
atmósfera que se respiraba era como de guerra.
La
Cañada parecía una viuda vestida de negro … sólo el agua de la fuente de la plaza seguía fluyendo como si tal cosa …

Y así llegamos al … focolar. ¡Sí, al “focolar”! Fueron ellos, los “focolarinos”, quienes compraron la casa a mis padres. Y yo … ¡yo soy un focolarino! Ah, bueno, ahora se entiende por qué me estaba mudando aquí. Aunque presiento que alguien se quedará con la pregunta en la boca: “¿Y qué es un focolar y que son los focolarinos?”. Respondo  con una frase del Evangelio: “Donde dos o más están reunidos en mi nombre –promete Jesús–, allí estoy yo en medio de ellos”. Somos  5, más de dos … y tratamos que Su promesa –con el esfuerzo personal y comunitario– se realice. Esto es un focolar: una pequeña comunidad que se inspira en la casita de Nazaret, donde con José y María estaba Jesús.
El focolar (= calor de hogar) es lo que debe ser si El está espiritualmente en medio nuestro y produce, por el mandamiento del amor vivido, una llamita de esperanza que ilumina y calienta a este mundo a veces oscuro y frío, como anoche vi a
La
Cañada.

Esta noche soñé con papá y mamá. Nunca antes los había soñado juntos y, además, casi nunca recuerdo mis sueños. Esta vez sí, y se los cuento: ellos estaban en un hermoso lugar de las sierras (no estoy seguro de que fuera en Córdoba) descansando solos. Algo totalmente inusual porque siempre fuimos todos juntos a las sierras, nunca lo hicieron ellos dos solos.
Algunos de los hijos, por alguna razón, estábamos cerca y dispuestos a no interrumpir su descanso. Regresábamos de un paseo, cuando nos desorientamos, y no encontrábamos el sendero para llegar a donde nos hospedábamos. Sabíamos, en cambio, que la casa de nuestros padres estaba cerca y nos dirigimos hacia allí. Cuando nos vieron llegar, sorprendidos, se alegraron mucho. Estaban por almorzar y nos pidieron que nos quedáramos con ellos.

Viendo que la comida era sólo para dos, les explicamos que nos esperaba el almuerzo listo en nuestro hospedaje. Pero nuestros padres insistieron y no hubo modo de disuadirlos. Mamá, como sucedía cuando se agregaba a comer algún huésped inesperado, decidió que no tenía hambre. Mientras tratábamos inútilmente de convencerla de que comiera, me desperté…

Gustavo E. Clariá

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Pubblicato da Gustavo Clariá

Nato a Córdoba, Argentina, nonno piemontese, economista, comunicatore, scrittore. Ho vissuto la metà della mia vita in Europa (Italia in particolare) e l'altra in America Latina. Giramondo, aperto alla conoscenza di altre culture. L'unità, nel rispetto della diversità, della famiglia umana, è il mio orizzonte. Cerco, quindi, di vivere la mia giornata "costruendo rapporti" di concordia e di unità. Il mio contributo alla pace.

22 Risposte a “Mudanza en tiempo de COVID 19”

  1. Carissimo Gustavo, grazie di questo racconto così intimo e personale che tocca profondamente le corde dell’anima. Quindi … sei tornato a casa, o meglio in focolare. E’ due volte casa tua! Bello! L’avresti mai immaginato? Ci sarebbe voluta tanta fantasia per pensare a questa storia … ma nel tuo caso le avventure che vivi superano la più fervida immaginazione!!! Non si sa mai con te cosa rivelerà il capitolo successivo …! (Chiara, Italia)

  2. Grazie! La tua casa che diventa un focolare, tu un focolarino … sembra un piano di Dio che si è compiuto, bellissimo! (Cristiano, Italia)

  3. Grazie per il racconto di vita nel ritornare alla casa paterna ora focolare. Quanti ricordi, momento di cui sentire nostalgia così radicati e profondi. Grazie per questa tua condivisione, per introdurci nel tuo cuore. (Claudio, Italia)

  4. Querido Gustavo, me emocioné leyendo tu artículo. No sabía que la casa del focolar había sido nde tus padres y donde crecieron los nietos de chicos… (Franco, Italia)

  5. Grazie, è sempre bello leggere … i tuoi costruendo rapporti … Hai pensato di raccoglierli in un libro ??? Un abbraccio virtuale (Laura, Italia)

  6. Bellissimo!! Bravo! Che bell’articolo, grazie! E’ una cosa un po’ strana, ma riesci a farmi vedere con i tuoi occhi quello che hai visto tu! Grazie per la condivisione Gustavo (Gianni, Italia)

  7. Qué belleza Gustavo! !La casa de tus padres, el focolar! Eres muy afortunado. Siempre los sueños con los padres tienen otro aire cuando ya han fallecido. Es como si ellos nos soñaran a nosotros. Un poco borgeano esto, pero yo lo siento así. Cuídate mucho (Jerónimo, Venezuela)

  8. “uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida”. Así reza una canción hermosa de Armando Tejado Gómez. Justo para este momento. (Javier, Amazonía)

  9. Gusti querido, cómo estás escribiendo! Esta vez no pude contenerme … esto que está pasando no es casual … es algo increíble Gusti. Mil gracias por el escrito que es maravilloso y en el FOCOLAR de PAPA’ y MAMA’! (Beatriz, Argentina)

  10. Qué hermosa historia! Me haces venir a la mente que también yo he estado comiendo allí y que siempre me hacía un lugarcito. Hermoso! Tengo siempre cerca el focolar! (Titi, Argentina)

  11. Muy lindo! Deve ser impresionante volver a la casa de los padres! Imagino todos los recuerdos que se vienen a la cabeza! Espero que estés muy bien y cómodo en la nueva etapa de la carentena (Roberto, Argentina)

  12. Conmovedor! Sabía que tenías todas esas imágenes que iban a aflorar. Me encantó la cañada, viuda de negro, la entrada a la habitación de tus padres y el misterio del retorno a una de las cunas … en tiempos de pandemia en donde predomina el miedo y la incertidumbre. Qué mejor antídoto que volver a sentir el perfume de los padres. Muy lindo y bien expresado (Gerardo, Argentina)

  13. Muy lindo. Qué añoranzas para los que pudimos vivir en esa época y en esa casa. Qué nostalgia! (Marcelo, Argentina)

  14. Qué lindo tu relato! Y qué hermoso volver a vivir en esa casa tan querida, donde siempre hubo mucho Amor (Negri, Argentina)

  15. El Ringo! La pileta de venecitas! El abuelo haciendo la plancha! La pelota de plástico, la ratita que vivía en el escritorio del abuelo! Gracias por traernos de nuevo ese recuerdo! (Arturo, Argentina)

  16. Qué impresionante Gus! Y la foto muy impresionante! Ma parecía tan grande el jardín! Apenas vi esa foto pensé en el Ringo … genial! (Marcelo, Argentina)

  17. Qué genial! Me asombra la capacidad que tienen las hermosas historias familiares, inmediatamente me “llevó” al barrio Las Mercedes de Asunción (Teresa, Paraguay)

  18. Qué bonito! Tu hermano mayor, Carlos, era una persona increíble, Siempre le estaremos agradecido mi madre y yo porque hacía sentir una cercanía propri de Jesús … entrañable (Jorge, España)

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