Como
estaba previsto, y previo a haber trabajado unos meses antes para recaudar fondos, nos largamos en la “3ra. Aventura”. El relato de Jenny y Javier desde el Amazonas peruano.
Tercera, porque en años anteriores ya habíamos ido a los lugares más pobres y humildes dentro de la provincia de Luya, Lámud, Amazonas, en el nor-oriente del Perú, a compartir con los niños del lugar juegos, un chocolate, y algún juguete.
Sabíamos que para que nuestra 3ra. Aventura diera sus frutos, había una “cuota” de esfuerzo, de dolor de parte nuestra, y que era inevitable. Y no faltó!
Trabajos previos, como una pollada, con varios días de preparación; esfuerzos económicos, a veces de nuestros propios bolsillos; noches armando las más de 100 bolsitas con sus juguetes, su chocolate, sus elementos de higiene, ropa, sandalias, etc.; un censo de los niños meses antes, en el lugar, para entregarle a cada uno su bolsita con nombre y apellido, y salvar así su dignidad; llegarnos hasta el lugar, viajando varias horas por la selva y la sierra, con sus riesgos…; el estar atentos a no ser “usados” por otros; el tener que tomar decisiones; el cansancio….
No quisimos hacer distinciones entre los niños que iban a participar, pero en realidad, sí las hubo: primero los más pobres, los más postergados y los chicos con capacidades especiales.
Llegando al poblado (Chuquimal) nos alojamos en una casa que era igual a todas las demás: piso de tierra, precariedad, servicios higiénicos ausentes, pobreza, pero con dignidad.
Allí estuvimos 4 días compartiendo con ellos y viviendo como ellos.
Hicimos la actividad que duró toda una mañana y cada niño se llevó lo que estaba previsto para ellos.
Creemos que lo más lindo para nosotros fue justamente eso: el haber compartido 4 días con ellos sus dolores, sus alegrías, sus esperanzas. Fuimos a dar y nos dimos cuenta que fueron ellos los que nos dieron.
Cuando nos íbamos, niños y grandes, en silencio, nos acercaban una gallina, mandioca, café, plátanos, productos de la huerta…..
Aprovechamos por este medio para agradecer de corazón a todos aquellos que han colaborado, sobre todo en forma silenciosa y sin ser vistos para ésta Aventura.
Y allí nos dimos cuenta de aquello en que…”hay más alegría en el dar que en el recibir”.
Jenny y Javier
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