Un atleta de Dios

La
experiencia que nos deja Ricardo Spinetta, argentino, que recientemente mientras corría como era habitual para él, partió a la casa del Padre. Es un modo de agradecer por su vida, en espera de la resurrección.

Ricardo y María, su esposa.

Con Ricardo nos conocíamos desde hacía muchos años, aunque también eran muchos los años que habían pasado sin vernos. Yo había estado lejos, en Italia, y él con su familia vivían en Mar del Plata, al sur de Argentina. Ricardo había conocido el Ideal evangélico de la unidad desde muy joven y se había entrenado por muchos años en ponerlo en práctica, de modo radical y sin rodeos.

“Se fue haciendo lo que le gustaba –cuenta María, su esposa, también comprometida con el Ideal de la unidad– , corriendo con un desconocido, charlando y riendo. Estaba tan en el amor que pienso que Dios se lo quiso llevar. Ricardo era muy protector de la familia y, si hubiera sabido que moriría, hubiera sufrido mucho por nosotros. Dios le ahorró también esa pena.
Aún en el dolor de la separación, estoy muy agradecida a Dios por su vida”.

Transcribo la experiencia que me envió recientemente por WhatsApp, que lo describe de cuerpo entero:

Ricardo y su pasión: correr!

“Me gusta salir a correr, pero estaba sin zapatillas. Hacía 4 años que no me compraba un par, me parecía algo superfluo, sobre todo por el alto costo de las zapatillas. Lo puse en común con María del Carmen, mi esposa, y le pareció bien que las comprara. Cuándo fuimos al negocio nos dimos con la sorpresa de que había una promoción muy grande y se podían comprar dos pares por el precio de uno. Vimos que era bueno y compramos los dos. Mi hijo, que tiene el mismo número de calzado que yo, me pedía que se las prestara. Yo, en cambio, dentro de mí sentía que tenía que regalar un par. Aunque me costaba desprenderme, se lo dije a Dios en mi corazón.

Un día, salí a correr y cuando regresé me saqué las zapatillas y me puse las ojotas. En casa siempre andamos con ojotas. Distraído, dejé las zapatillas en la vereda. Era uno de los pares nuevos. Cuando volví a recogerlas no las encontré, alguien se las había llevado.

Ricardo y María, siempre cercanos a la gente sencilla.

Recordé lo que le había dicho a Dios en mi corazón y, si bien con dolor por el desapego, me alegré por la persona que las encontró. Pero para sacarme la duda si era que me las habían robado o yo que las había olvidado, fui al lugar donde me cambié. El vecino me confirmó que había visto las zapatillas y que pensó que alguien las había dejado a propósito para que se las llevaran. Las zapatillas ya no estaban…

Para mí fue una confirmación de que Dios escucha nuestras oraciones, también aquellas silenciosas. En nuestra conciencia nos hace sentir si tenemos algo de más para dar a otros y también nos ayuda a desprendernos de lo superfluo para estar más disponibles para los demás.

Por supuesto que también noto que tengo que poner más atención en lo que hago, porque muchas veces la ansiedad me gana. Este mes me gustó mucho poder tomar juntos cada decisión, con mi esposa. Siento que es muy importante encontrarnos entrelazados unos con otros”.

Gustavo E. Clariá

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Pubblicato da Gustavo Clariá

Nato a Córdoba, Argentina, nonno piemontese, economista, comunicatore, scrittore. Ho vissuto la metà della mia vita in Europa (Italia in particolare) e l'altra in America Latina. Giramondo, aperto alla conoscenza di altre culture. L'unità, nel rispetto della diversità, della famiglia umana, è il mio orizzonte. Cerco, quindi, di vivere la mia giornata "costruendo rapporti" di concordia e di unità. Il mio contributo alla pace.