Los santos construyen la historia

Por las calles de Florencia acompañando a la Madre Teresa de Calcutta. Andrés a la izquierda y yo a la derecha de ella. Foto: Archivo La Nazione de Florencia

A 110 años de su nacimiento (26/08/1910) y a 4 de su canonización (4/09/2016), un recuerdo junto a Madre Teresa, hoy Santa Teresa de Calcutta, Premio Nobel por la paz 1979.

Aquel 13 de mayo de 1981 la mano armada de Mehmet Ali Ağca atentó contra la vida de Karol Wojtyla. Fueron momentos que dejaron al mundo sin aliento. Son esos trágicos sucesos que marcan nuestras vidas hasta el punto que recordamos dónde estábamos y qué hacíamos en esos momentos. Yo me encontraba en Florencia, Italia. Nos habían pedido, a mí y a otro focolarino, que acompañáramos a la Madre Teresa de Calcutta, de paso por la capital toscana para hablar en un Congreso en defensa de la vida. Eran los años en que en Italia se debatía sobre la ley del aborto.

Con su proverbial humildad, la Madre había rechazado guardaespaldas oficiales, pero había aceptado nuestra discreta compañía. Un verdadero privilegio para nosotros. La noticia del atentado llegó mientras nos encontrábamos en el “Teatro Tenda” de Florencia, poco antes de que iniciara su intervención. Fue como un balde de agua fría, como si el mundo se hubiese detenido. “¿Han matado al Papa?”. Parecía imposible. Las comunicaciones llegaban mezcladas: quien confirmaba, quien sostenía que había sido gravemente herido, otros lo desmentían o –por el contrario– agregaban detalles…

En aquellos momentos de desconcierto, con Andrés estábamos junto a la Madre Teresa en una salita del Teatro Tenda. Nos impresionó la actitud de esta pequeña mujer, pura substancia, que no cambió ni un milímetro. Estaba ya concentrada en Dios y así permaneció. La organización decidió suspender el Congreso y salir a la calle para orar por la salud del Santo Padre. Lo que siguió lo conocemos.

Hoy quisiera recordar los momentos vividos junto a la Madre Teresa. Ella estaba recogida y, a la vez, proyectada hacia nosotros. Se interesó de nuestra vida, de nuestras familias. Mi hermana Ana, madre de tres niños pequeños, estaba gravemente enferma. Le pedí que rezara. La Madre me respondió: “El tumor, un beso de Dios”. Su respuesta me descolocó, sin embargo la paz me invadió el alma. Le conté de mi numerosa familia. Me pidió que agradeciera a mis padres por “haber dicho tantas veces que sí a Jesús”, en referencia a los tantos hijos que habían tenido. Al final, me invitó a que fuera a India… Le respondí que con gusto iría si esa fuese la voluntad de Dios. Ya se habían abierto los focolares en India.

Fue un diálogo sereno, profundo, esencial. Salimos, luego, a orar por las calles de la ciudad. La gente deseaba acercársele, abrazarla, tocar su manto… Algunos le ponían dinero en un gran bolsillo de su túnica. Ella permanecía impasible, como si nada pudiese distraerla de la unión con su Amado.

¡Aquel 13 de mayo de 1981 estuve junto a una santa rezando por otro santo! Considerando cuánto aquellos hechos fueron decisivos, junto a otros, en el desarrollo de los sucesos más recientes, siento tan verdadera la afirmación de Chiara Lubich, contemporánea y amiga personal de ambos, que “son los santos que construyen la historia”.

Gustavo E. Clariá

 

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4 Risposte a “Los santos construyen la historia”

  1. Grazie infinite per questo racconto che rende tutto l’evento estremamente attuale,significativo e tuttora Fonte di Vita Vera !

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