El chocolate con frutilla

Recuerdo la primera vez que lo vi, ya desde lejos, mientras iba a Misa. Estaba parado, inmóvil, con algo en las manos que, de lejos, no lograba ver qué era. Cubierto con dos mascarillas y un gorro, sólo se le veían los ojos. Y fue justamente su mirada vacía lo que me impresionó. No miraba a ningún lado, aunque permanecía con lo que ahora descubría que era una caja con golosinas variadas. No había duda: estaba allí para vender sus dulces. Pero no hacía absolutamente nada, ni un movimiento, ni un gesto, nada, para ofrecerlos. Uno tenía que adivinar que estaba allí para trabajar, es decir, para vender sus golosinas. Aunque lo saludé, no tuve ninguna respuesta, ni el mínimo movimiento.

Vendedor ambulante.

Cuando terminó la Misa, salí y lo volví a saludar, otra vez sin éxito. Me fui con su mirada perdida que me contagiaba una gran tristeza como, tal vez, era la suya. “Ese hombre tendría mi edad”, me dije. ¡Qué injusta parece, a veces, la vida! “Sin embargo Dios lo ama inmensamente, como a mí”, me repetí como para no olvidármelo nunca. Y me propuse saludarlo todos los días, aunque él no me respondiera.

Un día, pensé que quizás mi saludo no era lo que él esperaba. Estaba allí para hacer su trabajo y obvio que  esperaba que alguien lo reconociera. ¡Cómo no me había dado cuenta antes! Decidí comprarle algo, aunque no tengo la costumbre ni de gastar en dulces, ni de comerlos a cualquier hora. Pero por algún lado tenía que comenzar para encontrar el camino de su mirada perdida. Me detuve, le pregunté los precios, me interesé en la variedad de sus productos como si se tratara de una gran tienda de golosinas; en realidad era sólo una pequeña caja. Al final, elegí un chocolatín mentolado; pagué, le agradecí y me despedí … sin respuesta.

Vendedor ambulante.

La escena se repitió en los días que siguieron: cien metros antes de llegar a la parroquia, lograba verlo de lejos siempre allí parado y me daba cuenta de que también él me veía acercar. Lo saludaba y … nada. Ni siquiera la compra había suscitado una respuesta. Entonces me imaginé que su dolor era inmenso y que su mirada estaba  concentrada en esa gran herida –que yo no conocía– que le impedía “ver para afuera”.

Estuve ausente casi por un mes y hoy regresé a la misa de la parroquia. Estaba allí, en el mismo lugar en el que lo dejé, como si fuera un árbol más de la calle, ya parte integrante del entorno. Me dispuse a saludarlo sin esperar respuesta y, ¡oh sorpresa!, cuando descubrió que era yo esbozó una sonrisa, como contento de volverme a ver. Casi que no lo creí. Durante la Misa me preguntaba si había realmente sonreído o yo vi lo que deseaba ver.

Cuando pasó la señora con la bandeja de las ofertas, revisé mi bolsillo y con el tacto sentí que la moneda que tenía era de 2 soles. Estaba por ponerla en la bandeja, cuando algo me detuvo. “Con 2 soles puedo comprarle otra golosina”, me dije. Y también pensé que si Jesús está en la Eucaristía, también se identifica en las personas que más sufren. Mis 2 soles irían en esa dirección.

Chocolatines variados.

Salí de la Misa derechito hacia donde estaba él y le pregunté qué me podía ofrecer de rico por 2 soles. Él me miró por primera vez y, con un gesto de complicidad, se puso a buscar en su cajita hasta que encontró lo que deseaba: “Esto le va a gustar, es chocolate con frutilla, muy rico, y cuesta 2 soles”. No me parecía verdad: fue el breve diálogo más largo del mundo. ¡Había pronunciado una frase entera y sólo para mí! Le agradecí su gentileza. Y ya me preparo para confirmarle, mañana, lo atinado de su elección. Pues el chocolate con frutilla estaba riquísimo.

Me parece que se abrió un caminito para llegar a su mirada perdida.

Gustavo E. Clariá

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Published by Gustavo Clariá

Nato a Córdoba, Argentina, nonno piemontese, economista, comunicatore, scrittore. Ho vissuto la metà della mia vita in Europa (Italia in particolare) e l'altra in America Latina. Giramondo, aperto alla conoscenza di altre culture. L'unità, nel rispetto della diversità, della famiglia umana, è il mio orizzonte. Cerco, quindi, di vivere la mia giornata "costruendo rapporti" di concordia e di unità. Il mio contributo alla pace.

35 Replies to “El chocolate con frutilla”

  1. Hermoso tú relato y experiencia Gustavo!! Chocolate con frutillas..Los otros días invité a mis amigas a cenar..y de postre les hice una torta de chocolate y la decore con frutillas..muy buena combinación. Abrazos.

  2. Gracias por el relato de tan linda experiencia de amor. Rompiendo las barreras de la indiferencia se llega al corazón de la persona! Realmente todo lo vence el amor!

  3. Qué lindo, Gustavo!!! Cuántas veces hice yo lo mismo! Cuántas veces lo hacemos con Jenny, casi a diario! Me alegra saber que hay otros “loquitos” como yo. Jajajaja!

  4. Gracias, Gustavo, por tus experiencias de vida. Acabo de terminar tu libro. Hermoso, concreto, lleno de vida. Una sugerencia: si hacen una segunda edición sería conveniente otro tipo de encuadernación, a base de cuadernillos. Es de mejor lectura.

  5. Muy linda experiencia!!
    Cuánto ayuda!!..porque quien no se encuentra a diario con vendedores ambulantes y mucho más en estos tiempos difíciles. Otro ejemplo más para aprender a no ser indiferentes…
    Iniciativa de acercarse, saludo, mirada, escucha..no puedo dejar de pensar en actitudes prosociales que son las que puestas en práctica construyen la cultura del encuentro.
    También nos ayuda a entender que detrás de miradas esquivas, de desconfianza o actitudes silenciosas,puede esconderse mucho sufrimiento.
    Amar al otro desinteresadamente, toca finalmente el corazón del prójimo,porque se siente amado por Dios y El cura toda herida .

  6. Grazie Gustavo ….. quanto da te vissuto con l’uomo del cioccolatino mi ha fatto fare un esame di coscienza: quante volte incontro persone come l’uomo del cioccolatino e non mi accorgo ? Quante occasioni perse ? GRAZIE un caro abbraccio …. e avanti insieme !

  7. Gracias Gustavo!! No importa cuanto se hace , lo que importa es el amor 💘que se pone cuando se hace.En esta experiencia se nota el amor. 😘😘

  8. Buenos días estimado.
    Dr. en economía GUSTAVO CLARIA. EL CORDOBÉS. QUE LINDO GESTO CON LOS CHOCOLATINES Y FRUTILLA! GRACIAS UN ABRAZO 🤗😊

  9. Grazie. Gus mi sa che questa esperienza avrà un seguito nelle prossime puntate 🤗
    Mangia un cioccolatino anche per me e fai un sorriso a questo signore da parte mia !

  10. Bellissima esperienza Giov, grazie. Bisogna perseverare nel fare la volontà di Dio e non si rimane mai delusi ! Amare sempre amare tutti ! 😃😃👍🏻👍🏻

  11. Grazie Gustavo…Un’esperienza tipica del saper cercare Dio lì dove pensi ke nn ci sia. Grazie Buona domenica !!

  12. Buenos días de Dios querido Gustavo. Qué linda manera de evangelizarnos con tu ejemplo de vida. Muchas gracias por compartir tus experiencias; no ser indifirente con la indifirencia de los demás; no sabemos qué dolor hay detrás de cada ser humano. Estoy en Piura y acabo de leer tu blog con mi hermana Jenny que se ha quedado maravillada con el relato. Me pregunta si eres sacerdote…le digo que eres focolarino, laico consgrado, el que me dá hermosos consejos. Con mi hermana hicimos lo mismo con un niño que no tenía para comer. Le agradezco a Dios por haberte conocido. El espíritu de Chiara está en ti, que Dios te siga bendiciendo!

  13. Grazie Gustavo: l’amore all’altro, anche nelle piccole cose, è il nostro primo contributo alla Pace…

  14. Que amor tan fino y puro! Jesús estará contento de observarte! Y de advertir que lo descubriste en el silencioso vendedor! Pero que sensible es al Amor! Donde no hay amor pon amor y encontrarás amor! Chiara lo habrá hecho!

  15. Bella la sperienza tua. Certamente é questo Che Gesù vuole da noi. Mentre cercavi di si comunicarei con il povero, Dio si comunicava con te. É próprio quello che Chiara ci ha detto: “Uno rapporto fra me e te”. Grazie

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