Siempre que se habla de él, de Tomás el apóstol, se lo pinta como el “incrédulo”. Por supuesto que no faltan los motivos, aunque personalmente no comparto este título que le indalgaron por más de 2 mil años al pobre Tomás.
Si vamos a la fuente es difícil salvarlo de esta casilla en donde lo metieron: Jesús había resucitado y se había hecho ver por a sus amigos que estaban encerrados, no por algún virus, sino “por miedo” a lo que le pudieran hacer quienes habían llevado a Jesús a la muerte. El, se les aparece atravesando tranquilamente los muros y las puertas cerradas. Me pongo en el lugar de los sencillos pescadores amigos de Jesús y puedo imaginar el susto que se habrán pegado. Sin embargo, y luego que Jesús los tranquiliza (“la paz esté con ustedes”), se alegran muchísimo y con ese entusiasmo le cuentan lo ocurrido a Tomás que, ese día, estaba ausente.
Tomás no les cree. ¿Y quién de nosotros lo haría? Después de haberlo visto morir de ese modo atroz y de haberlo llevado al sepulcro que fue clausurado con una piedra enorme, cómo creer que ese hombre había resucitado.
“Si no lo veo no creo”, dice Tomás sin vueltas. No es para justificarlo, pero creo que es lo mínimo que se pueda decir: ¡Estamos hablando de una resurrección!
Pero la cosa no termina allí, pues Jesús los vuelve a encontrar y, esta vez, Tomás está presente. El Maestro lo llama y le pide que ponga su mano en el costado atravesado por una lanza … un pedido fuerte y perentorio. En ese momento Jesús le dice algo que fundamenta la imagen que se nos ha transmitido en el tiempo: “Y desde ahora no seas más incrédulo…”. Tomás el incrédulo…
Pero, antes de definirlo como tal habría que dejar que Jesús termine la frase: “… sino creyente”!
Y pareciera que las mismas palabras del Maestro realizan un cambio radical en mi amigo Tomás. Su reacción, de hecho, lo confirma. El no dice: “Oh, perdón Maestro, porque dudé”, o “Bueno, sí, Dios te resucitó, ¡qué grande que es Dios!”, o se cae de rodillas por la impresión, o se asusta … NO! Tomás pronuncia una frase que es la expresión de fe más grande que jamás eschuché: “Señor mío y Dios mío”.
Es por esta afirmación que lo elijo como referente y amigo. Sí, porque aceptar lo que está viendo, alabar a Dios por haber resucitado a su admirado y amado Maestro … hasta allí hubiera sido –dentro de lo extraordinario del hecho– una reacción, digamos, “normal”. En cambio, reconocer en ese hombre, por más grande que le hubiese parecido, a Dios mismo … es un salto gigante en la fe.
Tomás es el primer amigo de Jesús que declara abiertamente y sin dudar que su Maestro es Dios mismo: el Hijo de Dios. ¡Quisiera yo tener la fe de Tomás!
No sólo, fue por causa de Tomás que Jesús pronuncia aquella frase fantástica que nos involucra directamente a nosotros, hombres y mujeres que no estábamos allí presentes: “Felices los que no han visto y sin embargo creen”.
Es por estos contundentes motivos que no comparto el rol que le dio la historia y que admiro al “gran Tomás”, porque grande era su fe que sostiene también la nuestra.
Gustavo E. Clariá
Gracias, enseñanza reflexiva del reconocimiento de Tomás a Jesús resucitado como su Señor y Dios y que en algunos momentos también repetimos y quisiéramos sentir con la misma fe (Miguel, Colombia)
Grazie Gus. Beh … questo per me che mi chiamo Tomaso è proprio un regalo! Mi ha sempre colpito poi che San Tomaso sia partito per evangelizzare tutto l’Oriente. E’ stato nell’attuale penisola arabica, Iran ed è morto in India. Dopo aver creduto alla Resurrezione è stato quello che ha portato la fede cristiana più lontano di tutti! (Tomaso, Belgio)
Recién ahora puedo leer lo de Tomás. Muy linda. Una reflexión profunda que me sirve para el día a día (Javier, Amazonía)
Gracias, me encantan tus reflexiones! (Licho, Paraguay)
Gracias por esta refexión querido Gustavo. En estos tiempos de mirar un poco más hacia adentro, la fe de Tomás acompaña la alegría de reencontrarme con la misma fe que a veces se me llena de polvo por no recordar tantos aspectos que van quedando a un lado por caminar tan de prisa. Esa misma alegría es la que he podido experimentar en estos días. Es siempre un placer leer tus publicaciones (Guillermo, Argentina)
Muy bueno Gusti! Coincido con vos, no lo recordaría come el “incrédulo” a Tomás (Gerardo, Argentina)
Grazie Gustavo di questa bella riflessione, Che bello vederti in collegamento … Buona Settimana Santa! (Saverio, Italia)
Buenísima reflexión querido Gustavo (Jorge, Paraguay)
“Nadie va al Padre sino por mí”. Es Jesús que eligió ese camino para Tomás, tal cual maestro de Tomás y tuyo que lo estás reivindicando y de los que estamos leyendo este artículo. Gracias (Mimín, Tenerife)
E’ una bella dichiarazione che condivido pienamente! (Antonio, Italia)
Gracias por este pasaje tan hermoso! Hacía tiempo que no lo tenía presente y hoy lo puedo recordar en sintonía con lo que dices (Diego, Argentina)
Yo También reflexiono ahora la inmensa fe de Tomás, “Señor mío y Dios mío”. Reflexionaré sobre muchas cosas en esta Semana Santa (Jacinto, Paraguay)
Bello quello che hai scritto, grazie! (Renato, New York)
Tampoco yo comparto este mote peyorativo a Tomás, ejemplo de fe (Juan, Argentina)
E’ proprio vero Gustavo, noi ci fermiamo all’evento in sé, senza considerare l’effetto storico dovuto alla curiosità spontanea di un uomo, uno di noi … A volte nel vivere quotidiano oggi manca proprio il senso della curiosità e certezza selle attività che vi coinvolgono. Tommaso oggi è colui che vive e opera e chiede, oltre il pregiudizio dell’evento. Grazie (Stefano, Italia)
Davvero insolito sguardo su Tommaso.
Grazie per averlo offerto.
Sono uno di coloro che lo vedeva solo in quel modo.
🙂