Agustín de Hipona y Chiara de Trento

Recuerdo
hace muchos años, cuando enseñaba en una escuela comercial de Florencia (Italia), que llegué al colegio cargado de una escena que había visto poco antes en el autobús: una monjita anciana, cargada con pesadas bolsas con las compras, había intentado bajar tres veces del bus sin lograrlo; cada vez que lo intentaba el chofer le cerraba la puerta …

Como otras veces y para preparar la atención de los alumnos, comencé contándoles lo que había presenciado pero, conociendo su susceptibilidad y un cierto tipo de prejuicios, decidí no mencionar que se trataba de una monja. Los alumnos, mujeres y varones adolescentes, seguían mi relato con exclamaciones tipo “que odioso el chofer”, “ah, no, yo en su lugar profe le hubiera pegado”, “cómo se puede ser tan inhumanos?”, etc. Hasta que les dije: “Y saben, esa señora anciana era una monja …”. La reacción fue inmediata, come me lo esperaba: “Se lo merece”, “porqué sale a hacer compras si es anciana?”, “que se quede en el convento…”. Y yo: “Finalmente los atrapé: ¿ven que son prejuiciosos? A ver si logran crecer y liberarse de los prejuicios que no hacen más que limitarlos en su capacidad de generar relaciones positivas y enriquecerse, escuchando y abriéndose sin prejuicios a los demás”.

Me vino a la memoria aquel hecho porque hubiera deseado, el día en que nos encontramos con un grupo de treinta jóvenes monjitas llenas de alegría y de vida, que aquellos alumnos (espero que hoy sean hombres y mujeres de bien) estuvieran con nosotros. El feeling recíproco fue inmediato.

Me preguntarán cómo fue posible entre nosotros, siete adultos varones; y ellas, treinta jóvenes agustinas de clausura en sus orígenes … ahora en un proceso de actualización de su “siempre antiguo y siempre nuevo” carisma, que una de ellas sintetizó con dos palabras: “contemplar y comunicar”. Lo que nos unió desde el primer instante en que nos vimos fue, sin duda, la espiritualidad agustina de ellas y la de la unidad de Chiara Lubich que tratamos de vivir nosotros: Agustín y Chiara!

Siempre me pregunté, cuando recitamos el credo y repetimos “creo en la comunión de los santos”, qué significaría concretamente. Pues ese feliz encuentro me lo explicó a las mil maravillas: los santos se relacionan a través del Espíritu Santo, fuente de todo carisma y espiritualidad. Y, por ende, también sus hijos e hijas espirituales se relacionan del mismo modo, con el límite –obviamente– de nuestra humanidad que aún transita por este “valle de lágrimas”. Por el resto, es exactamente el mismo.

Mientras nos saludábamos, nos prometimos de volvernos a encontrar. Y así fue: la semana pasada nos invitaron a que les contáramos más acerca de nuestra espiritualidad de la unidad y luego almorzar juntos. ¡Cuánta alegría reinaba en ese convento, abandonado por algunos años y, ahora, lleno de vida y de bellísimos cantos! Recordé la famosa frase de San Agustín: “quien canta reza dos veces”. Allí, sus hijas lo realizaban, pues cantaban como ángeles.

Y, como nos reunimos en el nombre de Cristo, como lo prometió, El se hizo presente espiritualmente, inundándonos de paz y de gozo.

Hoy sé que en el centro de Lima tenemos una casa, la de ellas, como ellas la nuestra. Y no sé trata de paredes, sino de una casa que somos nosotros si vivimos la “comunión de los santos”.

 

Gustavo E. Clariá

 

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Pubblicato da Gustavo Clariá

Nato a Córdoba, Argentina, nonno piemontese, economista, comunicatore, scrittore. Ho vissuto la metà della mia vita in Europa (Italia in particolare) e l'altra in America Latina. Giramondo, aperto alla conoscenza di altre culture. L'unità, nel rispetto della diversità, della famiglia umana, è il mio orizzonte. Cerco, quindi, di vivere la mia giornata "costruendo rapporti" di concordia e di unità. Il mio contributo alla pace.

13 Risposte a “Agustín de Hipona y Chiara de Trento”

  1. Muy interesante reflexión sobre la comunión de los Santos. Y la de los que transitan en “este valle de lágrimas” (Mimín, Tenerife)

  2. Recuerdo que Chiara Lubich nos enseñaba que si declara la unidad un franciscano y un jesuita, etc, cada uno será más franciscano y más jesuita. Cada uno con su carisma, comunión de los santos (Miguel, Colombia)

  3. Publico los comenrtarios que llegan por whatsapp:
    “Me imagino Gustavo que ese encuentro con las mojitas habrá sido un momento de paraíso” (Ceferino, Paraguay)

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