Las ganas no nos faltaban, pero ¿nos darían el permiso? Nunca habíamos hecho un campamento solos y el más grande era yo que tenía 13 años… No sé cómo, pero obtuvimos el permiso y cargamos en colectivo con todo lo necesario para pasar un fin de semana en carpa en las sierras de Córdoba.
Estábamos muy emocionados y llenos de entusiasmo: dormiríamos lejos de casa, lejos de nuestras abrigadas camas, felices, cerca del arroyo … Comeríamos lo que prepararíamos nosotros, encendiendo el fuego como había aprendido con los scout; cantaríamos acompañados de la guitarra y tendríamos a disposición el río para pescar y para darnos una zambullida … ¡Qué más podíamos pedir!
La primera noche fue un poco movida porque llovió, pero nuestro entusiasmo superó el inconveniente y temprano salimos humedecidos de las carpas para preparar el mate cocido, nuestro desayuno.
Estábamos en eso, cuando pasó un grupo de adultos que regresaba de un paseo al lugar que los alojaba. Era una colonia de vacaciones para los empleados de una institución con sede en Buenos Aires. Eran, por lo tanto, “porteños”, acostumbrados a la gran metrópolis y desconociendo por completo la vida en las sierras.
No podían creer que estuviéramos sin nuestros padres, adolescentes como éramos, que no tuviéramos miedo y que nos las arregláramos para dormir y hacernos de comer. Como era nuestra costumbre, les cantamos algunas canciones folklóricas y quedaron tan contentos que terminaron invitándonos para celebrar juntos la fiesta patria del día siguiente. Nos divertía ver a estos adultos que se maravillaban de todo lo que hacíamos: del fuego, de las carpas, de las canciones, de la comida, de la pesca … Aceptamos gustosos la invitación, más que nada porque nos dijeron que incluiría un suculento desayuno …!
Al día siguiente nos presentamos del mejor modo posible, con los límites de las circunstancias en las que estábamos, y nos recibieron como si fuésemos una especie de “héroes”. Nos daba la impresión de que nos miraban con una admiración exagerada y también esto nos causaba gracia.
Luego del desayuno, nos invitaron a que dos de nosotros izáramos la bandera, mientras se entonaba el himno nacional. Luego nos pidieron que tocáramos algunas canciones de nuestro “repertorio” que incluía, además de las zambas y chacareras del folklore argentino, la primera canción que compuse … No podían creer que con tan sólo 13 años hubiese compuesto una canción y, como no tenía todavía un título, lanzaron al público la propuesta de darle el nombre a mi especie de zamba dedicada a un amor platónico.
Regresamos al campamento felices y contentos, habiendo celebrado la fiesta patria, con desayuno y almuerzo (que se agregó) gratis, y muertos de la risa reviviendo la sorpresa que habíamos suscitado –y no nos explicábamos bien el por qué– en estos adultos “porteños” de ciudad.
Gustavo E. Clariá
Diego siempre recuerda la ida en familia a San Clemente de ustedes… yo siempre pienso como tú madre se organizaba con todos a cargo y la respuesta no se hace esperar ya que para Diego tú madre tenía condición de santa…
Seguro en éste viaje que hiciste a tus trece tendrías la experiencia de aquel que en la habitualidad vive en grupo y está habituado a valerse por sí mismo.
Siempre lindas estas anécdotas. Cuánta inocencia en esos adolescentes!!!
Gracias Gustavo me haces recordar también cuando salía de excursión (así lo llamamos aquí) con mis amigos. De grandes me fui con mi esposa a recorrer un poco del País, con carpa y morral 🎒 duramos unos meses y después construimos una linda familia, hoy con cuatro nietos y felices. Una historia larga.
Que lindas experiencias!!! Yo personalmente soy cero “campamentera” ni a los 13 años..escribis tan lindo que me parece ver..jajaja.
Muy simpática tu experiencia de adolescente . Agradezcamos a Dios x la vida. Gracias x compartir . Un saludo desde Asunción
Qué aventura para esa edad Gustavo!! Y qué lindos recuerdos.
Gracias de nuevo Gustavo, me hiciste recordar que cuando tenía 16 años, un grupo de 4 o 5 muchachos de la escuela, menores que yo, me invitaron a ir de campamento con ellos, el fin de semana, al cerro del Ávila, uno de los más altos que rodea a Caracas.
Me transportaste a la tierrita…
Gracias!
Hahahaha. Poveri porteños chissà che shock!
Stupende le foto che hai messo. Sono tue? Sono della Sierra dove avete fatto campeggio?
Hola Gustavo !! Preciosas fotografías , de tan hermosos lugares. No tenes la canción grabada ?
Che bella esperienza Gustavo! In campeggio a tredici anni nelle Sierras! Che grandi!
Grazie mille per questi tuoi racconti….. sempre pieni di gioia nel condividere
A 13 anni… 😲😱 come Mattia… 🤦♂️
Molto bello Gustavo! Mi piace un sacco! Francesco Tonucci (autore di “La cittá dei bambini”) sarebbe fiero di sapere di queste “avventure” piene di emozioni e di aventure.
Me hiciste recordar parte de mi niñez
Ya lo leí, genial lo del camping
Q lindo recuerdo y como se ve q era otro el mundo en ese entonces en donde era comun salir d casa a jugar y volver a la noche sin q nadie nos cuidara ,confiando en q todo iria bien…como cambio ..lo de uds… ya una odisea para la epoca ,pero hoy imposible.
Gracias, renueva el entusiasmo.
Holà Gustavo!!! Come ti si legge volentieri!!!! Grazie 😃👍🏻
Bellissimo, eri già un lider
Me encantó Gusti.
Es más que una simple aventura de preadolescentes.
Quienes eran tus compañeros? Tenés estilo y oficio.